HECHOS 27: EL ESPÍRITU SANTO NOS ADVIERTE EL PELIGRO.


En este capítulo se inicia el cuarto viaje misionero de San Pablo. El relato lo hace Lucas, quien le acompaña en dicha ruta: "1 ... se decidió que habíamos de navegar para Italia ..." Van rumbo a Roma y pasarán por el puerto de Sidón, la isla de Chipre, la ciudad de Mira, hasta "8 ... Buenos Puertos, cerca del cual estaba la ciudad de Lasea." En la embarcación viajan además algunos otros presos a cargo de "1 ...un centurión llamado Julio, de la compañía Augusta", sin contar al "11 ... piloto y al patrón de la nave"

El Espíritu Santo advirtió al Apóstol, cuando este ayunaba y oraba, que tendrían problemas graves. Pablo lo comunica a quienes van al mando "10 diciéndoles: Varones, veo que la navegación va a ser con perjuicio y mucha pérdida, no sólo del cargamento y de la nave, sino también de nuestras personas." No le hacen caso.

Costeando Creta los toma "14 ... un viento huracanado llamado Euroclidón." En este punto utiliza el relato varios términos marineros que es preciso aclarar:

- levar anclas: Quitar el ancla del fondo marino y subirla para que la embarcación parta.

- proa: Parte delantera del barco, la que rompe aguas

- proa al viento: En dirección del viento, lo que hace muy dificultosa la navegación.

- sotavento: La parte opuesta a aquella de donde viene el viento con respecto a un punto o lugar determinado.

- esquife: Barco pequeño que se lleva en el navío para saltar a tierra y para otros usos.

- recoger el esquife: Subir el esquife para estar preparados para abandonar el barco.

- arriar las velas: Bajarlas para disminuir velocidad.

- quedar a la deriva: Sin rumbo a merced del viento y las olas, sin dirección.

- alijar: Aligerar, aliviar la carga de una embarcación o desembarcar toda la carga.

- aparejos de la nave: Conjunto de objetos necesarios para navegar.

La nave es arrebatada por el viento, pierde la dirección y se deja llevar por la tempestad. Logran recoger el pequeño esquife y acercarse en dirección contraria al viento, bajan las velas, mas es tan fuerte la tormenta que se ven en la necesidad de aligerar la carga, echando al mar todo lo que tenían en la nave. Por varios días todo es oscuridad. Lucas cuenta: "20 ... ya habíamos perdido toda esperanza de salvarnos."

Pablo exhorta a la tripulación a "22 ... tener buen ánimo, pues no habrá ninguna pérdida de vida entre vosotros, sino solamente de la nave. / 23 Porque esta noche ha estado conmigo el ángel del Dios de quien soy y a quien sirvo, / 24 diciendo: Pablo, no temas; es necesario que comparezcas ante César; y he aquí, Dios te ha concedido todos los que navegan contigo. / 25 Por tanto, oh varones, tened buen ánimo; porque yo confío en Dios que será así como se me ha dicho. / 26 Con todo, es necesario que demos en alguna isla."

Finalmente la nave encalla, naufragan y se cumple todo lo que el Espíritu Santo advirtió a través del Apóstol. Llama la atención en este capítulo la similitud de los acontecimientos con los tiempos actuales: hay un mundo convulsionado y un ser humano a punto de perecer en su destino por valores trastocados, alejamiento de Dios e indiferencia a lo que la Iglesia advierte. Ayer como hoy ha habido Pablos, Noés, Moisés, que advierten al mundo su peligrosa condición y el juicio que espera; pero también hoy, como ayer, hay la indiferencia de los líderes y gobernantes hacia la Palabra de Dios. La nave del mundo, parece decirnos la Escritura, va a naufragar, pero aún hay esperanza: una isla de Malta en que podremos salvarnos. Esta esperanza es Cristo, sólo en Él podemos encontrar respuesta y refugio a la desorientación y desorden del mundo.

Podemos hacer otra lectura de este Texto, pero nos resulta terrible: la barca es la Iglesia que está en peligro de naufragar por no hacer caso de las advertencias de su Señor. San Pablo dijo a la tripulación: "21 ... Habría sido por cierto conveniente, oh varones, haberme oído, y no zarpar de Creta tan sólo para recibir este perjuicio y pérdida." Librémosnos de perjuicios y pérdidas para el Reino de Dios, obedeciendo a las advertencias que el Espíritu Santo hace a la Iglesia a través de Sus siervos.

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