ROMANOS 10: LA PROVIDENCIA O ELECCIÓN DE DIOS II.

El capítulo 10 continúa tratando acerca de la providencia o elección de Dios. Sobre el tema nos dice el Diccionario Bíblico lo siguiente:

Providencia: Cuidado amoroso y previsor que Dios tiene para con sus criaturas. La providencia de Dios sostiene y gobierna todo lo creado. Su operación es tan extensa como el Universo y tan incesante como el curso del tiempo. Todos sus atributos toman parte en ella. Provee al cuervo su alimento y satisface las necesidades de todo ser viviente. La Biblia nos muestra que toda la Creación le dirige su mirada, y depende de Él (Job 38:41; Salmos 104; 145:15, 16; 147:8, 9), y constantemente declara que todo acontecimiento, así como todo ser, están enteramente subordinados a Él. No hay nada en el Universo que pueda llamarse casual: «La suerte se echa en el seno; mas de Jehová es todo su juicio» (Proverbios 16:33). Ni un gorrión ni un pelo de la cabeza caen al suelo sin su conocimiento (Isaías 14:26, 27; Mateo 10:29, 30; Hechos 17:24-29). Cualquier cosa no fue demasiado pequeña para que Dios la crease, ni demasiado pequeña para que Él deje de conservarla y gobernarla. La historia de cada hombre, la organización y la caída de las naciones, y el progreso de la Iglesia de Cristo revelan a cada momento la mano de Aquel que «obra todas las cosas según el consejo de su propia voluntad».

Dice San Pablo que los del pueblo judío han ignorado "3 ... la justicia de Dios, y procurando establecer la suya propia, no se han sujetado a la justicia de Dios"

Aclara que "4 ... el fin de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree." El único propósito de la Ley es mostrarnos y demostrarnos que los seres humanos somos incapaces de cumplirla sin Él. Sólo teniéndole en nuestro interior podemos comenzar a ponerla por obra.

Acerca del tipo de justicia que ofrece la Ley de Moisés, la Escritura dice: "5 ... El hombre que haga estas cosas, vivirá por ellas." ¿Y quién puede hacer perfectamente todo lo que ordena la Ley?

Pero la justicia que es por la fe en Jesucristo no sube al cielo para traerlo abajo ni lo hace subir de los muertos, sino que solamente cree en el sacrificio que Él ya hizo. Sólo cree y confiesa "10 Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación."

No necesito cumplir ninguna ley para alcanzar salvación ya que Jesucristo la cumplió completamente por mi y hasta murió por ella. Sólo basta creer pues "9 ... si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo."

Un último alcance: "17 ... la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios." La fe no es por el hablar la Palabra, tampoco es por confesar pecados, no es por participar en cultos, ofrendar o diezmar, ni por hacer buenas obras, la fe no se adquiere por ningún esfuerzo humano, sino por el esfuerzo Divino, por el oír de la Palabra de Dios. No hay sentido más inactivo que el oído. El Señor ha querido convertirnos por un método en que hay cero participación nuestra: el oir. La fe viene por el oir, "17 Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios." Para que nadie pueda enorgullecerse de la fe como algo que ha adquirido por propio esfuerzo.

En Su Providencia, Dios ha querido establecer Su propio modo de salvarnos y ejercer la justicia que es por fe.

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