HECHOS 18: EL ESPÍRITU SANTO DIRIGE LA EVANGELIZACIÓN.
Pablo: apóstol de Jesucristo.
Los primeros doce personajes nombrados se relacionan entre sí a través del último y que es el Primero y más importante: Jesucristo. Nótese que el capítulo finaliza nombrándolo.
Las vidas de Pablo, Aquila y Priscila son reunidas por el Espíritu Santo en el trabajo de hacer tiendas, en sus ancestro judíos y en la común fe que profesan en el Evangelio de Jesucristo.
Cansado el Apóstol de la incredulidad, blasfemias y oposición de los judíos, "6 ... les dijo, sacudiéndose los vestidos: Vuestra sangre sea sobre vuestra propia cabeza; yo, limpio; desde ahora me iré a los gentiles." Se marchó entonces a la casa de Justo, vecino de la sinagoga a cargo de Crispo, quien "8 ... creyó en el Señor con toda su casa; y muchos de los corintios, oyendo, creían y eran bautizados."
Los enemigos del Apóstol llevaron el caso al procónsul, mas éste concluyó con estas palabras: "15 Pero si son cuestiones de palabras, y de nombres, y de vuestra ley, vedlo vosotros; porque yo no quiero ser juez de estas cosas." No conformes con esa decisión, se vengaron en la persona de "17 ... Sóstenes, principal de la sinagoga, le golpeaban delante del tribunal; pero a Galión nada se le daba de ello."
El Espíritu permitió que nada impidiese que San Pablo anunciara el Evangelio y se conviertiera numerosa gente. El mismo Espíritu impidió la acción de algunos, calló a otros y favoreció la extensión del Reino de Dios.
Así termina este segundo viaje misionero: "18 Mas Pablo, habiéndose detenido aún muchos días allí, después se despidió de los hermanos y navegó a Siria, y con él Priscila y Aquila, habiéndose rapado la cabeza en Cencrea, porque tenía hecho voto. / 19 Y llegó a Efeso, y los dejó allí; y entrando en la sinagoga, discutía con los judíos, / 20 los cuales le rogaban que se quedase con ellos por más tiempo; mas no accedió, / 21 sino que se despidió de ellos, diciendo: Es necesario que en todo caso yo guarde en Jerusalén la fiesta que viene; pero otra vez volveré a vosotros, si Dios quiere. Y zarpó de Efeso."
Del mismo modo hoy día discípulos, ministros de Dios, no creyentes, autoridades y todas las gentes, cual personajes de un moderno libro de los Hechos, se relacionan entre sí y el Señor Jesucristo gobierna cada acción, mientras el Espíritu Santo abre y cierra puertas para la predicación del Evangelio y la extensión del Reino de Dios.
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