HECHOS 15: EL ESPÍRITU SANTO GUÍA A LA IGLESIA.

La evangelización y conversión de los gentiles estaba profetizada en el Antiguo Testamento: "Y verán todos los pueblos de la tierra que el nombre de Jehová es invocado sobre ti, y te temerán." (Deuteronomio 28:10)

Al convertirse los no judíos o gentiles, surgió un gran problema, que fue la causa de muchas discusiones entre los cristianos y que finalmente fue zanjado en el primer Concilio de la Iglesia, en Jerusalén. "1 Entonces algunos que venían de Judea enseñaban a los hermanos: Si no os circuncidáis conforme al rito de Moisés, no podéis ser salvos." Sobre todo "5 ... algunos de la secta de los fariseos, que habían creído, se levantaron diciendo: Es necesario circuncidarlos, y mandarles que guarden la ley de Moisés."

Este problema en cuanto a la comprensión de la salvación aún en nuestros días subsiste y hay quienes la hacen depender de ciertos usos, costumbres, ritos o días a guardar, ignorando que la salvación es sólo por la fe en Jesucristo. A veces las Iglesias dan un gran énfasis a cierta doctrina particular que pasa a ser un requisito y exigencia para la salvación, entonces hacen de la muerte de Jesucristo en la cruz una obra insuficiente para la salvación eterna del alma.

El apóstol Pedro fue muy claro en ese Concilio: "8 Y Dios, que conoce los corazones, les dio testimonio, dándoles el Espíritu Santo (a los gentiles) lo mismo que a nosotros (los judíos); / 9 y ninguna diferencia hizo entre nosotros y ellos, purificando por la fe sus corazones." Él explicó que si los judíos no habían sido capaces de cumplir toda la Ley "10 Ahora, pues, ¿por qué tentáis a Dios, poniendo sobre la cerviz de los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido llevar?" Y finalmente enuncia este principio de salvación, el mismo que proclama hoy día todo cristiano: "11 Antes creemos que por la gracia del Señor Jesús seremos salvos, de igual modo que ellos."

No es necesario agregar algo más a la obra de Cristo en la cruz. La Iglesia resolvió en esa época, bajo la sabia dirección del Espíritu Santo, no imponernos a los gentiles otra cosa que no sea dejar la idolatría, el comer sangre y la fornicación. La primera obviamente porque desagrada al Señor, la segunda porque es símbolo del sacrificio del Redentor y la tercera porque va en contra de la santidad de la vida matrimonial. Enviaron así, este mensaje a los hermanos no judíos de Antioquía: "28 Porque ha parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros, no imponeros ninguna carga más que estas cosas necesarias: / 29 que os abstengáis de lo sacrificado a ídolos, de sangre, de ahogado y de fornicación; de las cuales cosas si os guardareis, bien haréis. Pasadlo bien."

La vida cristiana no debe ser una carga sino un agrado. Las últimas palabras del mensaje del Concilio dan cuenta de ese sentir. Animémonos con ellas: "Pasadlo bien".

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