HECHOS 12: EL ESPIRITU SANTO NOS CONDUCE EN FORMA SOBRENATURAL.

"1 En aquel mismo tiempo el rey Herodes echó mano a algunos de la iglesia para maltratarles. / 2 Y mató a espada a Jacobo, hermano de Juan." Jacobo o Santiago el Mayor, hijo de Zebedeo y hermano de Juan, apodado por Jesús "hijo del trueno" por su carácter irascible e impulsivo, fue el primero de los doce apóstoles en sufrir el martirio. Fue asesinado -decapitado- por Herodes Agripa I (44 d.C.), no mucho antes de la muerte del rey. De este modo, Jacobo bebió figuradamente la copa que él y Juan una vez, imprudentemente, dijeron que eran capaces de tomar (San Marcos 10:39). Puede leer más en Diccionario Biblico Gratis - Jacobo Ya aquí el Espíritu Santo nos entrega una lección para tener cuidado con lo que hablamos y a veces hasta juramos o prometemos.
Viendo Herodes la buena acogida que tuvo entre los judíos su decisión de matar a Jacobo, mando apresar a Pedro "4 Y habiéndole tomado preso, le puso en la cárcel, entregándole a cuatro grupos de cuatro soldados cada uno, para que le custodiasen; y se proponía sacarle al pueblo después de la pascua. / 5 Así que Pedro estaba custodiado en la cárcel; pero la iglesia hacía sin cesar oración a Dios por él." Su diabólico propósito era torturarlo y matarlo como a Jesús, en los días posteriores a la Pascua, pero no lo logró pues Dios tenía otro plan para el apóstol.

Estando Pedro en su celda "7 ... he aquí que se presentó un ángel del Señor, y una luz resplandeció en la cárcel; y tocando a Pedro en el costado, le despertó, diciendo: Levántate pronto. Y las cadenas se le cayeron de las manos. / 8 Le dijo el ángel: Cíñete, y átate las sandalias. Y lo hizo así. Y le dijo: Envuélvete en tu manto, y sígueme." No fue necesario que el siervo de Jesús se sacara las cadenas que lo ataban, porque éstas cayeron solas de sus manos. Pedro siguió todas las instrucciones del ángel y, lo mismo que las cadenas, la puerta de hierro que daba a la ciudad "se les abrió por sí misma".

Recién en la calle y cuando el ángel ya se había marchado, Pedro comprendió que lo que había vivido no era una visión sino un milagro: "11 Entonces Pedro, volviendo en sí, dijo: Ahora entiendo verdaderamente que el Señor ha enviado su ángel, y me ha librado de la mano de Herodes, y de todo lo que el pueblo de los judíos esperaba."
Como este discípulo del Señor, nosotros también, cuando estamos viviendo circunstancias extraordinarias, solemos no reconocer la mano de Dios en ellas y las justificamos como casualidades, coincidencias, un fenómeno psicológico o suerte, demostrando así nuestra poca fe y falta de adiestramiento para andar en el espíritu. Necesitamos despertar a la realidad espiritual y darnos cuenta que el Espíritu Santo nos lleva por un sendero sobrenatural.

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