TITO 1. UN LÍDER IRREPRENSIBLE


Ruinas De Odeon, Sitio Arqueológico De Gortyn, Isla De Creta ...



“5 Por esta causa te dejé en Creta, para que corrigieses lo deficiente, y establecieses ancianos en cada ciudad, así como yo te mandé; / 6 el que fuere irreprensible, marido de una sola mujer, y tenga hijos creyentes que no estén acusados de disolución ni de rebeldía. / 7 Porque es necesario que el obispo sea irreprensible, como administrador de Dios; no soberbio, no iracundo, no dado al vino, no pendenciero, no codicioso de ganancias deshonestas, / 8 sino hospedador, amante de lo bueno, sobrio, justo, santo, dueño de sí mismo, / 9 retenedor de la palabra fiel tal como ha sido enseñada, para que también pueda exhortar con sana enseñanza y convencer a los que contradicen.”

Tito era de origen griego y se convirtió a la fe cristiana por la predicación de San Pablo. Éste le trató como a un “hijo en la fe”. A pesar de no mencionarlo Lucas en el relato de los Hechos, se deduce que acompañó al Apóstol en sus viajes. Acompañó a Pablo y Bernabé el año 50 al primer concilio de la Iglesia, en Jerusalén. Fue puesto como máxima autoridad en la Iglesia de la Isla de Creta; posteriormente estuvo a cargo de la Iglesia de Nicópolis  en el Epiro y murió como obispo de Gortina, en Creta.

El texto escogido de este primer capítulo ha sido titulado Requisitos de ancianos y obispos. Señala el Apóstol que ha dejado a su discípulo Tito en la Isla de Creta para corregir lo que está mal en la Iglesia. Siempre hay algo que corregir en una comunidad cristiana; esto no significa que sea una iglesia inútil, extraviada o falsa, sino que, como toda persona o grupo, siempre requerirá de corrección para crecer más en el Camino de Cristo.

Le encarga que establezca “ancianos” en la comunidad de cada ciudad. En esa época no había denominaciones; la Iglesia era una sola organización y cada ciudad tenía su congregación. Toda comunidad requiere de una autoridad espiritual que la pastoree, un padre que la guíe como familia espiritual, un hermano mayor que se responsabilice de su administración material y espiritual. 

El Apóstol enumera las cualidades que debe tener ese líder espiritual:
1)      Irreprensible como administrador de Dios; no soberbio, ni iracundo, ni dado al vino, ni pendenciero, ni codicioso de ganancias deshonestas.
2)      Marido de una sola mujer, con hijos creyentes que no estén acusados de disolución ni de rebeldía, es decir con un buen testimonio familiar.
3)      Hospedador, una persona generosa y abierta con los hermanos.
4)      Amante de lo bueno.
5)      Sobrio.
6)      Justo.
7)      Santo.
8)      Dueño de sí mismo, con carácter, autodominio.
9)      Retenedor de la doctrina tal como ha sido enseñada, para que también pueda exhortar con la sana enseñanza y convencer a los que contradicen. 

Si el Espíritu Santo ha puesto en su corazón la aspiración al pastorado, examínese con esta lista y comience a trabajar en su desarrollo. Qué Dios le ayude!

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