1 TIMOTEO 4. LA APOSTASÍA.
"1 Pero el
Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la
fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios; / 2 por la
hipocresía de mentirosos que, teniendo cauterizada la conciencia, / 3 prohibirán
casarse, y mandarán abstenerse de alimentos que Dios creó para que con acción
de gracias participasen de ellos los creyentes y los que han conocido la
verdad. / 4 Porque todo lo que Dios creó es bueno, y nada es de desecharse, si se
toma con acción de gracias; / 5 porque por la palabra de Dios y por la oración es
santificado."
Apostatar es negar la fe de
Jesucristo recibida en la conversión. Son apóstatas los cristianos que vuelven
al mundo, renegando de su fe en Dios. Los ateos y agnósticos no pueden ser
apóstatas pues jamás han creído. No hay cosa más triste que alguien que
abandona la fe en Jesús, después de haber disfrutado del amor de Cristo y el
cariño y orientación de sus pastores y hermanos en la fe.
En este texto, el Espíritu Santo
profetiza que en los últimos tiempos algunos cristianos se volverán apóstatas. Esto
será resultado del trabajo malévolo de espíritus que les engañarán con falsas
doctrinas. Obviamente esos “espíritus” no son espectros ni fantasmas, sino
personas utilizadas por espíritus del diablo con el propósito de desorientar y
sacar a los cristianos de su posición de fe. Esas personas malintencionadas
podrán hacerlo porque a su vez están engañadas por el diablo o porque llevan en
sus corazones frustración y amargura, renegando de Dios y Su Verdad. Quieren arrastrar
a otros a su misma condición.
Sin embargo no
debemos responsabilizar únicamente a esos “espíritus
engañadores” de desviar de la fe a estos cristianos, sino también a los
engañados porque no cuidaron su alma y su espíritu, no hicieron uso de las herramientas
que el Señor nos ha dado a todos los creyentes para fortalecernos: la oración,
la Palabra de Dios, el ayuno, la adoración, el discipulado.
Dios nos ha dado
Su Espíritu Santo y con Él, el discernimiento de espíritus. Esto permite al
cristiano evaluar cuando una enseñanza no es correcta. Por otro lado, si ha
sido responsable en leer y estudiar la Biblia cada día, podrá corroborar si lo
que escucha o lee está acorde con la Palabra de Dios. Quien descuida la lectura
bíblica y no es fiel en seguir las enseñanzas de su pastor, está expuesto a ser
presa de cualquier doctrina extraña y ajena a la Verdad del Señor. Es muy
importante que tengamos completa claridad del mensaje del Evangelio de
Jesucristo y no descansemos jamás en el estudio y práctica de él, como en la
oración para que Dios nos guíe y proteja en ese aprendizaje.
Una de las
características de la falsa doctrina es llevar la atención de las personas
hacia lo superfluo y externo, alejándolas de lo profundo e interno. Por ejemplo
los judíos estaban muy preocupados de lavarse las manos antes de comer y
guardar la ceremonia de las abluciones porque les preocupaba ser contaminados
por lo externo; pero el Señor les dice que no es lo que entra en la boca lo que
contamina al hombre, sino lo que sale del corazón. El religioso se preocupa
demasiado de lo que come o bebe y no se ocupa en quitar el pecado de su
corazón, la envidia, el egoísmo, la avaricia, la ira... El religioso considera
el sexo como algo sucio porque su mente es inmunda; sin embargo Dios ha creado
el sexo para la multiplicación y el disfrute del amor de los esposos. Dios no prohíbe
el matrimonio, por el contrario lo bendice.
Todo
lo que Dios creó es bueno, y nada es de desecharse, si se toma con acción de
gracias; porque por la palabra de Dios y por la oración es santificado.
Comentarios
Publicar un comentario