2 TESALONICENSES 2: ATENTOS A LAS SEÑALES DE LOS TIEMPOS.
“1 Pero con
respecto a la venida de nuestro Señor Jesucristo, y nuestra reunión con él, os
rogamos, hermanos, 2 que no os dejéis mover fácilmente de vuestro modo de
pensar, ni os conturbéis, ni por espíritu, ni por palabra, ni por carta como si
fuera nuestra, en el sentido de que el día del Señor está cerca. 3 Nadie os
engañe en ninguna manera; porque no vendrá sin que antes venga la apostasía, y
se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición, 4 el cual se opone y
se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se
sienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios.”
Los profetas del
Antiguo Testamento anunciaron con siglos de anticipación el advenimiento de un
Mesías o Cristo a la tierra, que nacería de una mujer virgen de la estirpe del
rey David, del pueblo hebreo, en Belén. Con estos y otros numerosos detalles,
se cumplió la venida de Jesucristo en el año uno de nuestra era. Él anduvo por
Tierra Santa predicando el Evangelio del Reino, sanando y haciendo milagros;
formó a doce hombres para el apostolado, con el fin de establecer Su Iglesia;
pero lo más importante es que entregó Su vida en la cruz del monte Calvario o
de la Calavera, para lavar con Su sangre la herida del pecado de la Humanidad.
Prueba de que Su sacrificio fue aceptado por Dios Padre, es que Él resucitó y
ascendió hasta el trono de los cielos.
Pero esa es sólo
la primera parte de la maravillosa historia del Hijo de Dios. San Pablo
comprendió que Jesucristo volvería a este planeta en una segunda venida. Tal cosa también es anunciada en la Escrituras
antiguas; el mismo Jesús lo prometió a los apóstoles y fue anunciado por ángeles.
a)
La segunda venida del Mesías es
anunciada en el Antiguo Testamento por el profeta Daniel: “Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del cielo
venía uno como un hijo de hombre, que vino hasta el Anciano de días, y le
hicieron acercarse delante de él. / Y le fue dado dominio, gloria y reino, para
que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio es dominio
eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido.” (Daniel 7:13,14)
a)
Jesús lo prometió a los apóstoles en Su
profecía sobre el fin del mundo, cuando anuncia “Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y
entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre
viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria. / Y enviará sus ángeles con gran voz de
trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo
del cielo hasta el otro.” (San Mateo
24:30,31)
b)
Lo anunciaron los ángeles cuando Jesús
estaba ascendiendo a los cielos y los apóstoles le miraban subir. Dice el libro
de Hechos “Y estando ellos con los ojos
puestos en el cielo, entre tanto que él se iba, he aquí se pusieron junto a
ellos dos varones con vestiduras blancas, / los cuales también les dijeron: Varones
galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido
tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo.” (Hechos 2:10,11)
Quizás para algunas mentes incrédulas
esto pueda parecer fantasía o ciencia ficción, pero no lo es. Está en la
Sagrada Escritura y es “profecía”. Si se cumplieron las numerosas profecías
acerca de la primera venida del Mesías ¿por qué no habrá de cumplirse el
anuncio de Su segunda venida?
Con respecto a esa
segunda venida o regreso de nuestro Señor Jesucristo, y nuestra reunión con él,
no cambiemos fácilmente nuestro modo de pensar, tampoco nos desanimemos ni
confundamos. No pensemos tampoco que ese día es mañana, aunque alguien nos diga
lo contrario. Tengamos en cuenta que hay tres requisitos previos señalados por
el Apóstol en esta carta:
a)
La segunda venida de Jesús no sucederá
sin que antes venga la apostasía. Ésta
es un completo abandono de la fe por los creyentes. Algo de ello se puede
constatar en la actualidad con el surgimiento en la sociedad de una actitud
agnóstica y atea.
b)
Antes debe antes manifestarse “el hombre
de pecado”, llamado también “el hijo de perdición”. Este es el Anticristo, un líder poderoso y
admirado que se opondrá contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto. Aborrecerá
de los cristianos.
c)
Previo a la segunda venida, el Anticristo llegará
a sentarse en el templo de Dios para
ser adorado como tal. Se piensa que ese templo no es cualquiera, sino el templo
de Jerusalén. Sabemos que tal templo está destruido y de él sólo queda el
llamado “muro de los lamentos”. Por tanto deberá ser reconstruido.
Estemos atentos a las señales de
los tiempos y no olvidemos lo que profetiza y advierte la Palabra de Dios.
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