COLOSENSES 4: ¿CÓMO SON TUS PALABRAS?
Vista la importancia de nuestras
palabras, podríamos pesar el poder de ellas. Las palabras como los silencios
(ausencia de palabras o palabras que no se dicen) han tenido enormes
repercusiones en la Historia del Hombre: “Esto
es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta será llamada Varona,
porque del varón fue tomada”; “Y el hombre respondió: La mujer que me
diste por compañera, me dio del árbol, y yo comí” (Adán); “Y Jehová dijo a Caín: ¿Dónde está Abel tu
hermano? Y él respondió: No sé. ¿Soy yo acaso guarda de mi hermano?”
(Caín); “Y volvió a decir: No se enoje
ahora mi Señor, si hablare solamente una vez: quizá se hallarán allí diez”
(Abraham); “Dijo Moisés a Dios: He aquí
que llego yo a los hijos de Israel, y les digo: El Dios de vuestros padres me
ha enviado a vosotros. Si ellos me preguntaren: ¿Cuál es su nombre?, ¿qué les
responderé?” (Moisés). De esas palabras han dependido las relaciones entre
hombres y mujeres, entre los seres humanos y entre la Humanidad y Dios. La Biblia
está llena de palabras, de hecho es “LA PALABRA DE DIOS”. Ahí podemos leer las
palabras de Jesús y Sus apóstoles, como también las palabras de inicuos como
Faraón,
la esposa de Potifar, Absalón, Amán el amalecita, los hijos de Elí, Jezabel,
Judas Iscariote, etc. Todo lo que el hombre habla tiene un resultado, ya lo
dice Santiago: “la lengua es un miembro
pequeño, pero se jacta de grandes cosas. He aquí, ¡cuán grande bosque enciende
un pequeño fuego!”
No hay nada
esotérico o misterioso en el hablar, la palabra humana puesto que es un don de
Dios, tiene el poder de dar vida o dar muerte al que la escucha. Una palabra
imprudente puede acongojar y sumir en profunda depresión a otro (“Los labios del justo saben hablar lo que agrada; Mas la boca de
los impíos habla perversidades”, Proverbios
10:32); una palabra de felicitación y ánimo es capaz de dar fuerza al
hermano; una mentira perjudica la vida de los demás (“El testigo verdadero libra las almas; Mas el engañoso hablará mentiras”, Proverbios 14:25); la palabra recta
alivia, aclara la mente y la conciencia, alegra tanto al hombre como a Dios (“Mis entrañas también se alegrarán cuando tus
labios hablaren cosas rectas”, Proverbios 23:16).
Por estas razones
el Apóstol aconseja “Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal,
para que sepáis cómo debéis responder a cada uno.” Tres enseñanzas podemos
obtener de este consejo, que nuestras palabras sean:
a) Dirigidas por el Señor, con
Su gracia, “siempre
con gracia”. Dice un letrero en un bus “Antes de poner su lengua en movimiento,
ponga su cerebro en funcionamiento.” Me causó risa este aviso, pero es muy
cierto. Solemos hablar por hablar, y en esa conversación muchas veces
ofendemos, herimos, causamos daño a los demás. Cuidado con la murmuración, la
mentira, la palabra liviana, la grosería, la palabra áspera y sin amor.
b) Agradables
y conforme al espíritu del Evangelio. La sal preserva los alimentos. Sin sal
muchas comidas se descomponen. ¿Salen palabras descompuestas, hediondas y
contaminadas de nuestros labios? ¡Cuidado! Podemos enfermar a otros del alma. Somos
la sal del mundo, damos sabor a lo insípido, por tanto nuestra conversación
debe estar “sazonada con sal”.
c) De
acuerdo al interlocutor, el o los oyentes. Al niño no hablaremos igual que
al adulto o al anciano. Cada persona es una individualidad distinta, tiene su
propia sensibilidad, cultura, historia, necesidad, autoridad, etc. ¿Hablaremos
igual a nuestros hermanos que a las autoridades espirituales? ¿Hablaremos igual
al jefe que a los subalternos? ¿Hablaremos igual a un enfermo que a una persona
sana? No, necesitamos desarrollar una sensibilidad para relacionarnos con la
diversidad de personas que nos rodean. Jesucristo es el experto en este arte de
la comunicación, Él es el Maestro que debemos imitar. Adquirir ese amor es
preciso “para que sepáis cómo debéis responder a cada uno.”
El Señor nos ayude a ser varones y
varonas de labios prudentes: “Hay oro y
multitud de piedras preciosas; mas los labios prudentes son joya preciosa.” (Proverbios 20:15)
Hola muy linda reflexión que Dios me ah dado mediante lo que ah escrito es de bendición hoyben mi vida Dios le bendiga mucho saludos
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