1 CORINTIOS 1: CRISTO, NUESTRA ÚNICA GLORIA.

“26 Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; 27 sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; 28 y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, 29 a fin de que nadie se jacte en su presencia. 30 Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención; 32 para que, como está escrito: El que se gloría, gloríese en el Señor.”

Reflexionen, nos dice el Espíritu Santo, sobre su llamado. No somos personas tan importantes, tan poderosas económica o culturalmente, ni siquiera tenemos títulos nobiliarios; no somos personas más notorias que otras en este mundo, sin embargo Dios nos ha escogido. Él nos llamó no por nuestras capacidades ni autoridad, sino por pura misericordia. Es que Él nos amó, y tuvo lástima de nuestra condición espiritual como perdidos pecadores, condenados a eternidad.

En vez de escoger a lo más inteligente, poderoso y granado de la sociedad, Él optó por seres humanos corrompidos por el pecado, la ignorancia espiritual, la culpa y la soledad. ¿Por qué lo hizo así? El Espíritu Santo responde: “para avergonzar a lo fuerte”. Para que el orgulloso y soberbio mundo triunfalista quedase avergonzado ante nuestra salvación; para que ninguno osase pensar que por su poder, por su dinero, por su belleza o por su inteligencia, podría conquistar un tesoro tan preciado como la salvación del alma.

La razón de su elección por lo vil y menospreciado del mundo es para “que nadie se jacte en su presencia” Nada más desagradable para Dios que la jactancia. El orgullo de ser alguien ante Dios, la soberbia de mandarse a sí mismo y resolver los problemas sin ayuda de Dios, la vanidad de creerse alguien, son cosas que dan asco al Señor. “Los vomitaré de mi boca” dice en el libro de la Revelación o Apocalipsis, refiriéndose a aquellos que se creen alguien superior.

Por tal causa estamos vivos para Dios, Él nos ha rescatado de las tinieblas y ahora vivimos en Jesucristo. ¿Quién es Jesucristo para el cristiano? El Espíritu Santo responde:

a) El Señor es la única Sabiduría que poseemos, no hay otra. Podremos tener algunos conocimientos y ciertas habilidades para manejar algunas cosas de la vida, pero lo único que nos hace sabios es Jesucristo. Él es nuestra Sabiduría.

b) Por Jesús fuimos hechos justos ante el Padre; nominativa y realmente somos justos para Dios. Dios nos ve como personas que actúan bien, no pecan, poseen Sus valores y viven en santidad, no porque realmente lo seamos sino porque llevamos a Cristo en nuestro interior, Él mora en nosotros. Dios ve a Jesús en cada cristiano. El Señor nos ha justificado. Jesucristo es nuestra justificación.

c) En la cruz Jesús lavó nuestros pecados con Su sangre. En Su vida Él vivió una vida de santidad por nosotros y en la muerte conquistó esa santidad para todo cristiano. Somos santos en posición ante Dios porque Jesucristo nos ha hecho santos. Pero también desarrollamos santidad, somos santos en proceso por medio de la acción del Espíritu en nosotros. Él esta tratando con cada cristiano para volverlo a la imagen de Jesús. Seguimos siendo pecadores pero Jesús es nuestra santificación.

d) Fuimos comprados por Jesús a precio de sangre. El comprador es Jesús, nuestra vida eterna es la mercadería que se transa, el vendedor es el diablo que nos tenía subyugados y esclavizados bajo sus garras, en pecado y desobediencia. Jesucristo por su muerte de cruz pagó el precio de nuestro pecado, y ya en su propiedad nos ha dado la libertad. Ese es el misterio de la redención. En la Antigüedad, cuando alguien quería dar libertad a un esclavo lo compraba y luego lo declaraba liberto, es decir lo redimía. Es lo que hizo nuestro Salvador: Jesucristo nos redimió de la esclavitud de las tinieblas. Él es nuestra redención.

Si Jesucristo lo es todo para el discípulo ¿quién podrá gloriarse o envanecerse de hacer algo o ser alguien? Nadie. Sólo el Señor Jesucristo puede ser motivo de gloria y exaltación para un verdadero cristiano.

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