1 CORINTIOS 12: CRISTO, EL ESPÍRITU QUE NOS UNE.

"3 Por tanto, os hago saber que nadie que hable por el Espíritu de Dios llama anatema a Jesús; y nadie puede llamar a Jesús Señor, sino por el Espíritu Santo."

Nadie que hable inspirado por el Espíritu Santo podría maldecir a Jesucristo. Nunca un cristiano va a hablar en contra del Señor, salvo que esté desorientado, enfermo mentalmente o deprimido, pero incluso en esas condiciones es improbable. El cristiano tiene el Espíritu de Dios, es protegido y guiado por Él, lo cual impide que se oponga a Cristo. Reconocerlo como el Hijo de Dios es parte de la fe cristiana. Amamos a Dios Padre, tenemos el Espíritu Santo y, por lo tanto creemos en Jesucristo.

"6 Y hay diversidad de operaciones, pero Dios, que hace todas las cosas en todos, es el mismo."

Distintas formas de operar tiene el Espíritu de Dios, pero esto no debe confundirnos y hacernos pensar que son hechas por diferentes dioses. Hay un solo Dios y el mismo Dios (Padre, Hijo y Espíritu Santo) realiza una diversidad de operaciones. Operar es obrar, trabajar, ejecutar diversos menesteres u ocupaciones. El Espíritu trabaja en el cristiano, tanto individual como colectivamente; ejecuta distintos trabajos en Su Iglesia, trabajos ciertamente espirituales. Quien hace todas esas ocupaciones es Uno solo, Dios.

"11 Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere."

Los nueve dones [1] del Espíritu Santo son otorgados por Él mismo. A cada persona le da uno o más dones, según Su voluntad. Un don no se puede exigir al Señor, ni se puede falsificar. Alguien quizás tratará de imitarlo, pero finalmente no engañará a Dios. ¿Qué dones me da el Espíritu Santo? Los que Él necesita para un mejor funcionamiento de Su obra; no son para lucirme o ufanarme de ellos; tampoco son para sacar provecho personal, sino para edificación del Cuerpo de Cristo, es decir para el crecimiento de mis hermanos y la Iglesia en general.

"13 Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu."

Por este mismo Espíritu los cristianos nacemos y somos introducidos en un solo Cuerpo, sin importar nuestra condición social o cultural, el Cuerpo de Cristo, la Iglesia. Además todos somos alimentados y saciados con el mismo Espíritu. Si todos somos llenos con igual Espíritu ¿por qué nos comportamos como si entre nosotros hubiera diferencias? Es cierto que a cada uno nos es dado un don diferente, pero en el fondo todos somos iguales. Algunos son mayores que otros y tienen más experiencia, pero ambos llevan en sí el mismo Espíritu Santo; unos son de familias cristianas, de padres pastores, otros han nacido en el mundo y se convirtieron a Jesucristo por gracia de Dios, mas ambos grupos han sido salvados por el mismo Señor y llevan el mismo Espíritu Santo; unos tienen una mejor educación que otros, los hay incluso semianalfabetos, pero los dos tienen un mismo Espíritu Santo; y así las diferencias pueden continuar, diferencias políticas, de clase social, de forma de interpretar la doctrina, etc., pero todos los cristianos tenemos un mismo Espíritu Santo.
[1] Se refiere a los carismas, no confundir con los dones del Espíritu Santo señalados en Isaías 11:1-4.

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